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Bodegas Jaime, una historia de continua innovación

  • Foto del escritor: Pablo Palomares
    Pablo Palomares
  • 4 ene 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 8 ene 2020



Hubo un tiempo en el que, prácticamente a los pies de la estación de trenes de Morata de Jalón, convivían un total de hasta 26 bodegas en el conocido como ‘Barrio de la Estación’. Algunas de mayor envergadura, las más cercanas a las vías, pero también otras más reducidas, en las que trabajaban pequeños productores, hicieron de aquella localización uno de los puntos con más bodegas en Aragón.


Hoy en día, las supervivientes se pueden contar con un solo dedo. Se trata de Bodegas Jaime, un negocio que nació hace más de 200 años, en 1842. Se construyó en una localización que, desde la época romana, había sido zona de viñedos. El motivo de ello, junto a las demás bodegas, fue una plaga que hubo en Francia por aquellos tiempos: la filoxera.


Se trata de un insecto que se come la raíz del viñedo, lo que impedía a los franceses seguir produciendo vino. El destino de estos fue Aragón, así como La Rioja, donde empezaron a elaborar sus productos para después enviarlos en trenes a su país. De ahí la localización de la bodega.


De hacer vinos a granel a crear vermuts totalmente innovadores


En ella comenzó la familia Burbano, pero es desde hace tres generaciones cuando la bodega pasó a manos de la familia Jaime. En la actualidad, Martín Jaime es el dueño de este negocio tan longevo. Uno de los miembros de esta familia conocida como ‘piperos’. Este nombre se debe al oficio de su abuelo, que se dedicaba a la tonelería, debido a que ‘pipas’ en portugués significa ‘barricas’.


No obstante, su producto actual no tiene nada que ver con el que se hacía antes. Cuando Martín empezó a dirigir el negocio, se dedicaban a realizar vinos a granel, con una capacidad de hasta dos millones de litros: “Vi que era un mercado que estaba decayendo totalmente. Antes el vino era considerado como un alimento más, y ahora es un producto de ocio o de lujo que lo tomas en alguna celebración, pero no es algo que se pueda hacer habitualmente, por lo que vender todos esos litros de vino a granel era bastante difícil”, argumenta el dueño.

Patio de Bodegas Jaime / Elaboración propia

A su vez, producían alrededor de 1.000 litros de vermut al año, una bebida que empezó a ser cada vez más demandada por sus clientes: “En ese momento, en vez de seguir con el vino, que tiene tanta competencia y que te deja un espacio creativo muy pequeño, decidí empezar con el vermut, el cual vi que tenía más salida”, explica Martín Jaime.


A pesar de ello, todavía permanecen algunas de las raíces de sus comienzos. En el negocio, se siguen utilizando los toneles elaborados por su abuelo, algunos de una antigüedad de hasta 80 años, para envejecer el vino con el que se elabora el vermut. Comenzaron con el tradicional que venían elaborando, pero poco a poco fueron innovando, y, actualmente, disponen de una gran variedad de ellos.


El motivo es la formación de Martín. Aparte de ser ingeniero químico, y realizar un máster de enología (conocimiento de las técnicas relacionadas con la elaboración y crianza de vinos), decidió estudiar perfumería: “Me faltaba una formación específica para poder empezar a desarrollar una colección de aromas tanto de botánicos como extraídos de distintas plantas y flores para luego trasladarla a nuestros vermuts u otras bebidas”, destaca Martín, quien considera que ahora, con ello, puede dar rienda suelta a su creatividad.


Bodegas Jaime ofrece vermuts únicos, como el de miel o el de cannabis


También tuvo que ver la posibilidad de vender sus productos más allá de las fronteras del país. En España, el vermut siempre lo asociamos con el color rojo, pero a nivel internacional el interés está en el blanco, ya que mayormente lo utilizan para coctelería. A diferencia del rojo, que daría lugar a una mezcla de un color próximo al marrón, nada atractivo, el blanco ofrece una mayor versatilidad.


Esto hace que Bodegas Jaime sea prácticamente única en el mundo: “Creo que precisamente lo que nos diferencia es el hacer productos tradicionales pero con un toque mucho más moderno, hemos investigado y hemos hecho muchas pruebas utilizando aromas en nuestros vermuts que nadie se ha atrevido a utilizar”, argumenta Martín Jaime.

Bajo la marca de Turnmeon, el catálogo de vermuts que ofrecen va desde el original, blanco o rosa hasta otros nunca vistos como el vermut de miel o de cannabis: “El de cannabis se vende bastante, es el primero que se elabora en el mundo y por ello mucha gente lo quiere”, afirma Martín.

Todos los productos de la oferta actual de Bodegas Jaime / Elaboración propia

Sin embargo, otro aspecto innovador de esta marca es su embotellado. Utilizan una etiqueta en movimiento, que incluso recibió un premio en Tel-Aviv al mejor packaging de lujo. Consiste en que, cuando el cliente mueve la botella, puede ver cómo el dibujo estampado en su etiqueta se mueve. Para cada una, existe una figura concreta.


El comecorazones se muestra en la etiqueta del vermut original, el delfín saltarín se asocia al vermut blanco, una abeja que bate sus alas representa al de miel, las cerezas al vermut rosa, mientras que, para el último, de cannabis, se utilizan unas hojas de marihuana que se abren y cierran.


La recuperación de un vino histórico: el Valdiñón


No obstante, hace algo más de un año, Bodegas Jaime decidió recuperar una de sus marcas más longevas, el vino de Valdiñón, una de las más antiguas registradas, no solo de vinos, sino también en cuanto a propiedad intelectual en esta comunidad autónoma con 178 años de antigüedad. Un producto que incluso se nombra en obras como La Regenta, en el año 1884: “El día de Navidad venga usted a comer el pavo con nosotros. Me lo han mandado de León lleno de nueces. Será cosa exquisita. Además, tengo vino de mi tierra, un Valdiñon que se masca…”, escribe Leopoldo Alas “Clarín” en ella.


Era un vino que la gente comenzó de nuevo a demandar: “Nosotros elaboramos vermuts, pero es difícil que en países como Ucrania o Rumanía lo conozcan. Entonces nuestros clientes nos pidieron si podíamos elaborarles también un vino, y decidimos recuperar este Valdiñón, puesto que era una marca que ya teníamos propia, y darle un toque un poco más moderno”, recalca Martín.


Precisamente, las medallas en forma de moneda que se pueden apreciar en la fachada del edificio de Bodegas Jaime son premios internacionales concedidos a este vino. Por ejemplo, podemos encontrar una de la exposición de París de 1878 dedicada a la Agricultura, Artes e Industria, en la que se presentaron la Estatua de la Libertad, la bombilla o el teléfono.


Como no podía ser de otra forma, este producto también tiene su packacking particular. En este caso, se representa con un lobo en movimiento, con lo que se quiere simbolizar la fuerza y el carácter de la garnacha con la que se elabora. De esta forma, se convirtió también en el primer vino en el mundo con etiqueta en movimiento.


La ginebra violeta es la última creación de Martín


El último producto lanzado por Martín Jaime, en la primavera de este mismo año, no tiene nada que ver con los anteriores. Su última apuesta es Blue Velvet, una ginebra violeta que se une a todo el catálogo anterior. En este caso, surgió a partir de un intento de elaborar con la flor de violeta un vermut de primavera: “Vi que no funcionaba muy bien como vermut y que podía hacerlo perfectamente como ginebra debido a que es muy floral. Trasladé esos botánicos y en vez de utilizar una base de vino, utilicé una de ginebra destilada de gran calidad, y a partir de ahí es donde nació este producto”, explica Martín.


Un producto que se consolida como la última novedad lanzada al mercado por Bodegas Jaime, y que amplía el catálogo a los ya nombrados vermuts y a la recuperación del vino Valdiñón. Sin duda, una evolución de un negocio que comenzó como vinos a granel, y que con el paso de los años ha buscado ese giro de tuerca para hacerse un hueco en el mercado y no quedarse estancado en el pasado.


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